UN MINUTO EN EL RELOJ DE DIOS
Un minuto en
el reloj de Dios pueden ser años en el calendario del hombre.
Usaré
dos momentos de mi vida para ilustrar esta afirmación.
El año 1990 decidí aceptar el llamado de Dios para entregar mi vida al pastorado. Esto requería iniciar mis estudios en el seminario teológico de mi país, lo que significaba tener cierta cantidad de dinero que en ese momento no poseía, por lo que tendría que trabajar no menos de ocho meses para reunir el monto solicitado. Ya mentalizado a irme a laborar todo ese tiempo, Dios colocó en mi camino (sin yo buscarlo) a una persona que decidió pagar completamente el primer semestre de la carrera. Lo que a mí me hubiese llevado ocho meses, a Dios le llevó solo un minuto.
El año 1990 decidí aceptar el llamado de Dios para entregar mi vida al pastorado. Esto requería iniciar mis estudios en el seminario teológico de mi país, lo que significaba tener cierta cantidad de dinero que en ese momento no poseía, por lo que tendría que trabajar no menos de ocho meses para reunir el monto solicitado. Ya mentalizado a irme a laborar todo ese tiempo, Dios colocó en mi camino (sin yo buscarlo) a una persona que decidió pagar completamente el primer semestre de la carrera. Lo que a mí me hubiese llevado ocho meses, a Dios le llevó solo un minuto.
Doce
años después, trabajando como pastor en una pequeña ciudad venezolana, ya
casado y con dos hijas, tenía que atender siete congregaciones que estaban
ubicadas en un radio de treinta kilómetros
aproximadamente, mi vehículo tenía el motor averiado y no tenía ninguna posibilidad
de arreglarlo, así que el movilizarme con mi familia o el poder realizar mi trabajo era un verdadero problema. Cierto día, Belsy -mi esposa-, expresó en nuestra habitación que
quería tener un momento especial de oración, antes de arrodillarnos me dijo: “somos
hijos del rey del universo, así que le pediré que nos ayude a resolver pronto
el problema del vehículo”, la miré, agradecí en mi corazón por esta mujer, nos
tomamos de las manos y ella oró. Dos
días después éramos dueños de un flamante vehículo completamente nuevo y del año.
Lo que me hubiera tomado muchísimo tiempo a Dios le tomó solo un minuto (y el
vehículo llegó sin buscarlo).
Al
mencionar estos hechos de mi vida, recuerdo la ocasión en la que Jesús
caminando sobre el mar llegó al bote en el que iban los discípulos, los cuales
llevaban más de seis horas remando y apenas iban a mitad del trayecto, dice la
biblia, que en el mismo instante que Cristo subió a la barca, ésta llegó a su
destino (Juan 6:21), lo que a los discípulos les tomó horas, a Jesús solo le tomó un
minuto. Así
trabaja Dios, así de grandes y maravillosos son su poder y amor.
Pero,
¿qué tiene que suceder para que el reloj o el tiempo de Dios comiencen a andar?
Primero
que nada, creo que el reloj de Dios jamás ha dejado de funcionar, jamás se ha
detenido, siempre está funcionando a su tiempo y a su propio ritmo.
En
ocasiones Dios interviene directamente para que de una forma misteriosa y a la
vez maravillosa se adelante el reloj de nuestra vida, y lo que hubiera sucedido
en años en nuestro calendario, gracias a él puede terminar llevándonos solo un
minuto.
Tiempo celestial
Creo que los
elementos necesarios para que esos “minutos
celestiales” se activen en nuestras vidas son fe, oración y entrega.
Fe
para pedir y a la vez entender que es Dios quien sabe cuando y como su tiempo
se manifestará.
Oración
para estar en contacto permanente con la fuente de poder, pidiendo dirección y
voluntad para continuar siempre en el camino correcto.
Entrega
para estar dispuesto a aceptar completamente los tiempos de Dios y al mismo tiempo aceptar la dirección que tome
nuestra vida una vez que nuestro Padre ha intervenido.
Por
último, considero que la bendición de recibir uno de esos "minutos de Dios" en nuestra vida es un regalo para aquellos que viven una relación especial con el cielo, son un premio a la fidelidad,
a la consagración y la completa confianza en la dirección divina.
Así
que, amigo lector, que ni la fe, ni la oración, ni la entrega falten en
nuestras vidas, sigamos avanzando confiados que en el momento menos esperado
Dios nos dará esa ayuda tan anhelada y de un segundo a otro todo
mejorará.
Dios
te bendiga
Tu
amigo, Daniel
Muchas gracias, Pastor. Me gustó mucho su artículo. Coincido mucho en que hay que tener fe, oración y entrega. Me gustó mucho la descripción final que le dio a cada uno de esas tres cualidades.
ResponderEliminarPastor Daniel gracias por este mensaje tan bonito. Que no lo a escuchado o leido en un libro, si no, que lo ha experimentado en su vida. ¡Que Dios les siga bendiciendo a usted y a su familia!
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