MENSAJE RECIBIDO

¿Cuántos mensajes, ya sea de texto, voz o correo, recibimos cada día?
Si lleváramos la cuenta nos sorprendería la gran cantidad que nos llegan, y si a eso le añadimos las redes sociales que usamos, la cuenta final sería bastante alta.
Te hago otra pregunta, de todos esos mensajes que recibes ¿cuáles son los que más te gusta leer? ¿cuáles son los que te sacan una sonrisa y alegran tu día? Estoy seguro que esos mensajes que más aprecias los escoges ya sea por su contenido o por la persona que te lo envía.

Personalmente, hay muchos tipos de mensajes que me gustan, pero de lejos mis favoritos son unos muy cortos (sólo tres palabras) que me llegan bastante seguido y los envían dos personas que siempre tengo en mi corazón, ellas son Yessica y Erika, mis dos hijas.  Estos mensajes simplemente dicen: “Papi, ¿estás ahí?” y les confieso que en cuanto los recibo, dejo lo que estoy haciendo e inmediatamente respondo diciendo: “sí, aquí estoy”. Puede que después de esto, lo siguiente sea resolver algún problema, compartir información valiosa o responder una pregunta, en fin, no importa lo que venga, lo que importa es que mis hijas me están buscando y yo como padre soy feliz de poder atender su pedido o necesidad. Ellas saben que cuentan conmigo, saben que pueden buscarme y que tarde o temprano responderé su mensaje.
¿Sabes? En la biblia encontramos algo muy importante que Dios nos dejó escrito y dice así: “llámame y yo te responderé…” Jeremías 33:3 (DHH). Ésta una de las promesas más hermosas de toda la escritura, una promesa que nos recuerda que nuestro padre está siempre dispuesto a responder cualquier mensaje que decidamos enviarle.  Dios tiene todo el poder, todo el deseo y el amor suficiente para darnos todo aquello que necesitamos.
Tu y yo contamos siempre con Dios, nuestro padre celestial, nuestro creador y sustentador, recuerda que para hablar con él no necesitamos ningún equipo electrónico, sólo hace falta nuestra voluntad para elevar una plegaría que simplemente diga: “Padre, ¿estás ahí?” Y Dios te responderá: “si, aquí estoy.”
Apreciado amigo y amiga, que la paz del cielo sea contigo hoy y siempre.
Tu amigo, Daniel Cabezas C.

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